jueves, 8 de octubre de 2015

Manifesto, manifiesto, fiesto man

Mi papá jugaba y juega todavía conmigo, y con todo el que se deja, a construir, deconstruir y reconstruir palabras o frases. Es decir, le gusta construir palabras combinando varias palabras para formar una nueva como la expresión "meome". La cual era un misterio a mis 6 años cuando la escuché por primera vez y la que resultó ser la combinación de "me" y "meo" y reordenadas para producir una fonética lejana del común y prosaico "me meo", el cual acechaba a las tres de la tarde después de una hora en el tráfico y una vejiga repleta. Decía en aquel tiempo que estaba hablando en griego! Se aprovechaba juguetonamente de nuestra ignorancia... Deconstruía palabras al más puro ejemplo del doctor Greco Morfema, personaje creado e interpretado por Andrés Bustamante en el Güiri güiri. Decía, por ejemplo, que la cataplexia era "el entramado de nervios de cata", de donde la "plexia" hacia referencia al entramado de nervios y "la cata" siendo mi mamá o mi abuela, el cuál era un chiste un tanto violento pero muy dentro de sí intentaba calmar los nervios al enfrentar esas situaciones difíciles de la vida... Otra broma pesada a la que recurre con frecuencia era la expresión de la frase "oh my dog", intentando reconstruir el significante de la palabra "god" en un ser mundano, terrestre, emocional, divino, encantador: "dog". Le parecía interesante mostrar que hasta las criaturas cuadrúpedas jadeantes y de cola de látigo podían ser la representación más pura de dios. Y así como el jugaba con el lenguaje, como si doblara los significados de las palabras, los moldeaba, como una especie de poeta, máquina de turing, filósofo, lingüista o juglar, me parece importante regresar a sus juegos para aplicar ese tratamiento de palabras a temas rigurosos, seeeeerios, de esos que te hacen tener el ceño fruncido, temerosos, de esos en donde lo correctamente político, lo obvio y el deber ser parecen ser mezclados como en papilla de bebé. Nutrientes necesarios, insipidos a veces o hipersaborizados; y dadas las grandes culpas culturales que atemorizan a los padres en el adecuado cuidado de sus hijos, sujetas a grandes consideraciones, reflexiones y análisis. Así el educador, el interesado común y corriente en educación, el padre promedio y demás seres divinos, debe considerar algunos alimentos o nutrientes mentales entorno al quehacer educativo. Hoy leí un manifesto, el cual me hizo pensar en todas esas palabras con las que mi papá jugaba, y me hizo pensar en qué ejercicio tan importante tenía que aplicarse a el texto que pongo más abajo. Creo que me quedan un par de inquietudes en torno al texto, ¿qué es lo más importante en la educación?, ¿qué ideas del pasado se han dejado atrás y cuáles se retoman una y otra vez reconstruidas, deconstruidas y construidas a partir de fragmentos de información?, ¿qué tanta síntesis puede tener un documento que habla de la labor de educar y de desarrollar?, ¿qué partes de ésta no fueron consideradas en el manifesto? Espero lo disfruten con el sabor de Greco Morfema, o de otro de mis ídolos, mi papá, y con ello calmen un poco de la angustia que pareciera ahogarnos en estos temas sensibles. En un post futuro hablaré de mi propia angustia de ser un buen padre, un buen esposo, un buen educador en mi microsistema, la mejor pieza que puedo ser para ser feliz junto con los que amo, y en las que muchas veces el miedo ha sido más grande que las angustias de saber qué significa educar en el contexto de la escuela, del sistema educativo, y de cualquier pieza en esta. http://www.manifesto15.org/es/