Primero, desconfía de los hombres. No hay ninguno que valga tanto como la cuerda que podría ahorcarlo. Si ves a uno que se ahoga, échale tu sombrero y pasa de largo. En segundo lugar, desconfía de las mujeres. La más dulce oculta una furia. Sus finos cabellos son otras tantas serpientes que rodean los cuerpos de sus víctimas y las ahogan. En tercer lugar, desconfía de ti mismo. Sobre todo de ti mismo...
vía Hugo Hiriart
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