22 años han pasado de haber jugado por primera vez Super Mario Bros, quedé maravillado inmediatamente por el juego. Sentía una gran necesidad de seguir jugando a pesar de que apareciera el letrero de Game Over una y otra vez. En los momentos más clavados llegué a jugar más de 5 horas seguidas (nada raro para cualquier verdadero jugador de videojuegos), lo cual no se sentía hasta que me dolía el dedo o hasta que mi mamá, después de 10 veces de decirme que hiciera algo más, finalmente se paraba al lado de mi y no decía nada... sabía lo que significaba el silencio, enojo real, así que terminaba la sesión. En ese tipo de consolas no existía memoria, por lo que al "morir" (así decíamos, y decimos) o apagar, tenías que volver a empezar desde el primer mundo (o nivel) Conforme pasaban los días las secuencias de botones a apretar en función de los obstáculos a evadir, se volvían más fluidas. Un verdadero entrenamiento físico y cognitivo.
Hace años no juego en una consola de esas. Sin embargo, mi hermano encontró el soundtrack de la primera trilogía. Unas cuantas notas acomodadas por el gran maestro Koji Kondo nos remontaron a las imágenes de cada uno de los mundos, de cada uno de los momentos, obstáculos, paisajes, monedas, saltos, enemigos, castillos, etc. Cada vez que escuchamos cualquier tema de estos, sentimos una tranquilidad inmensa. Una alegría sutil, como si entendiéramos la armonía de la vida y la pudieramos tocar.
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